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Artículo nº7

Ciudad de los 15’, dulce promesa o amarga realidad






Madrid-No-Frills - de Leah Pattem



“Calidad de vida es tener nuestras necesidades sociales satisfechas con el mínimo de consumo de recursos naturales y la máxima capacidad de generación de economía y empleo, con una ciudad mucho más vivible, porque como vecinos encontramos la humanidad que hemos perdido”

                                                                                                                                                                                     

                                          Carlos Moreno

La ciudad de los 15’ es un concepto que está en boga como la panacea que salvará nuestras ciudades. Su intención es restituir el funcionamiento de las ciudades antes de que estas se adaptasen al vehículo privado: en un radio de 15-20’ minutos a pie se dispone de un mix de usos que permite satisfacer cualquier tipo de necesidad cotidiana. El vehículo que llegó para conectarnos resultó ser el desencadenante de un urbanismo de dispersión.

Durante la pandemia vivimos los problemas del urbanismo del último siglo, y este concepto surgió como la alternativa para desarrollar una ciudad más humana, mejor y más saludable. El teletrabajo, que gracias a las circunstancias de la COVID-19 se implantó de forma masiva, apareció como el acelerador necesario para dicha transformación. Desde entonces se han incorporado al discurso público las bondades de una ciudad que a día de hoy está lejos de materializarse.

Dos años después de superar el confinamiento, el teletrabajo ha quedado como algo residual en el día a día de la mayoría de los trabajadores. Las carreteras han vuelto a congestionarse y miles de empleados se desplazan horas para ocupar su puesto. Ante este panorama, no pretendemos reflexionar sobre lo maravilloso que sería dicha ciudad, sino poner el foco en algo tan básico como que las personas no viven donde quieren sino donde pueden. Algo que en ciudades tan gentifricadas como Madrid o París (ambas con nuevos planteamientos donde el concepto de la ciudad de 15’ se está utilizando) resulta muy importante.

El desarrollo de Madrid Nuevo Norte, por ejemplo, plantea un mix de usos muy interesante, pero donde las personas que vayan a vivir (las que puedan permitírselo) puede que tengan que ir a trabajar a Alcobendas, Legazpi o cualquier otra parte de la ciudad. El mix de usos está enfocado en este caso al resto de actividades cotidianas, como ir a comprar, salir o disfrutar de la cultura, pero no puede enfocarse totalmente a la actividad laboral diaria.  

Por ello, debemos alertar de que la escasez de vivienda asequible, acrecentada por la transformación de su entramado tradicional para adaptarse al turismo de masas -permitiendo que barrios enteros hayan barrido la cotidianeidad de sus usos por apartamentos turísticos y servicios enfocados al turismo- ha roto el mix existente en muchos barrios de las grandes ciudades.

Nuestras ciudades se parecen cada vez más a un parque temático con monumentos conservados puntualmente, en lugar de a un espacio donde convivan todo tipo de usos y personas. La voluntad política debe ir encaminada a favorecer la flexibilidad de usos tan característica en las ciudades de antaño, a la creación de nuevas viviendas y a potenciar la iniciativa privada. Nuestras ciudades están perdiendo el entramado de pequeños negocios que permitían al ciudadano abastecerse en la puerta de casa de los enseres más cotidianos.

La escasez de vivienda ha encarecido la vida hasta tal punto que las rentas más bajas son desplazadas hacia la periferia, inconexas e incompatibles con este concepto de ciudad peatonal. Asimismo, el exceso de legislación imposibilita corregir estos problemas: tenemos normas urbanísticas que no protegen al ciudadano y que lo condenan a vivir en ciudades inamovibles y reacias al dinamismo social con el que evolucionamos.

La ciudad de los 15’ es algo tan palpable como los barrios donde el individuo se reconoce entre sus vecinos y es parte activa del día a día. Debemos avanzar hacia un modelo sostenible donde prime el ser humano. Como ser social, nuestra ciudad debe favorecer las relaciones entre personas, por lo que es necesario recuperar el espacio público arrebatado por el vehículo privado, potenciar los puntos de encuentro entre los habitantes, dotar de más viviendas asequibles y flexibilizar la normativa para favorecer el crecimiento de la ciudad hacia una a escala humana donde el mix de usos funcione.