Madrid-No-Frills - de Leah Pattem
“Calidad de vida es tener nuestras necesidades sociales satisfechas con el mínimo de consumo de recursos naturales y la máxima capacidad de generación de economía y empleo, con una ciudad mucho más vivible, porque como vecinos encontramos la humanidad que hemos perdido”
Carlos Moreno
La ciudad de
los 15’ es un concepto que está en boga como la panacea que salvará nuestras ciudades. Su intención es restituir el funcionamiento de las
ciudades antes de que estas se adaptasen al vehículo privado: en un radio de
15-20’ minutos a pie se dispone de un mix de usos que permite satisfacer
cualquier tipo de necesidad cotidiana. El vehículo que llegó para conectarnos
resultó ser el desencadenante de un urbanismo de dispersión.
Durante la pandemia vivimos los problemas del urbanismo del último siglo, y
este concepto surgió como la alternativa para desarrollar una ciudad más
humana, mejor y más saludable. El teletrabajo, que gracias a las circunstancias
de la COVID-19 se implantó de forma masiva, apareció como el acelerador
necesario para dicha transformación. Desde entonces se han incorporado al discurso público las
bondades de una ciudad que a día de hoy está lejos de materializarse.
Dos años
después de superar el confinamiento, el teletrabajo ha quedado como algo
residual en el día a día de la mayoría de los trabajadores. Las carreteras han
vuelto a congestionarse y miles de empleados se desplazan horas para ocupar
su puesto. Ante este panorama, no pretendemos reflexionar sobre lo
maravilloso que sería dicha ciudad, sino poner el
foco en algo tan básico como que las personas no viven donde quieren sino donde
pueden. Algo que en ciudades tan gentifricadas como Madrid o París (ambas con
nuevos planteamientos donde el concepto de la ciudad de 15’ se está utilizando)
resulta muy importante.
El desarrollo de Madrid Nuevo Norte, por ejemplo, plantea un mix de usos muy interesante, pero donde las personas que vayan a vivir
(las que puedan permitírselo) puede que tengan que ir a trabajar a
Alcobendas, Legazpi o cualquier otra parte de la ciudad. El mix de usos está enfocado en este caso al resto de actividades cotidianas, como ir a comprar, salir o disfrutar de
la cultura, pero no puede enfocarse totalmente a la actividad laboral diaria.
Por ello, debemos alertar de que la escasez de vivienda asequible, acrecentada por la transformación de su
entramado tradicional para adaptarse al turismo de masas -permitiendo que barrios
enteros hayan barrido la cotidianeidad de sus usos por apartamentos turísticos
y servicios enfocados al turismo- ha roto el mix existente en muchos
barrios de las grandes ciudades.
Nuestras ciudades se parecen cada vez más a un
parque temático con monumentos conservados puntualmente, en lugar de a un espacio donde
convivan todo tipo de usos y personas. La voluntad política debe ir encaminada
a favorecer la flexibilidad de usos tan característica en las ciudades de
antaño, a la creación de nuevas viviendas y a potenciar la iniciativa privada. Nuestras ciudades están perdiendo el entramado de pequeños negocios que
permitían al ciudadano abastecerse en la puerta de casa de los enseres más
cotidianos.
La
escasez de vivienda ha encarecido la vida hasta tal punto que las
rentas más bajas son desplazadas hacia la periferia, inconexas e incompatibles
con este concepto de ciudad peatonal. Asimismo, el exceso de legislación imposibilita
corregir estos problemas: tenemos normas urbanísticas que no protegen al
ciudadano y que lo condenan a vivir en ciudades inamovibles y reacias al
dinamismo social con el que evolucionamos.
La ciudad de los 15’ es algo tan palpable como los barrios donde el
individuo se reconoce entre sus vecinos y es parte activa del día a día. Debemos avanzar hacia un modelo sostenible donde prime el ser humano. Como ser social, nuestra ciudad debe favorecer las relaciones entre personas,
por lo que es necesario recuperar el espacio público arrebatado por el vehículo
privado, potenciar los puntos de encuentro entre los habitantes, dotar de más viviendas asequibles y flexibilizar la normativa para favorecer el
crecimiento de la ciudad hacia una a escala humana donde el mix de usos
funcione.