En el proyecto de la Agencia andaluza de la energía, uno de los objetivos de cara al ahorro energético fue la incorporación de luz natural al interior del edificio, por lo que se desarrolla un gran espacio central – un atrio- cubierto por un lucernario mocárabe.
El lucernario mocárabe es un elemento decorativo complejo, inspirado en la arquitectura tradicional andalusí que se usaba en el artesonado de techos para la reflexión de luz.
El lucernario se compone de dos partes: una, la superior, que es la responsable del control de la radiación solar, permitiendo captar la mayor iluminación natural en meses de invierno, y proteger del exceso de radiación solar en verano. Su diseño se basa en la geometría solar de la latitud de Sevilla -37ºN- considerando la altitud solar, al mediodía, de los solsticios de verano e invierno y de los equinoccios. La parte inferior, cumple una función de distribuir la luz homogéneamente al interior del atrio, mediante unas pirámides invertidas que dejan paso a la entrada de la luz difusa teniendo en cuenta dicha trayectoria solar.
Captamos el 100% del espectro de luz visible, pero rechazamos los infrarrojos que aportan calor. Un ingenioso estudio de la geometría solar, así como del comportamiento de los rayos de luz al dirigirlos sobre superficies reflectantes y absorbentes, solucionan el problema. Luz, pero no calor.
El lucernario mocárabe es un elemento decorativo complejo, inspirado en la arquitectura tradicional andalusí que se usaba en el artesonado de techos para la reflexión de luz.
El lucernario se compone de dos partes: una, la superior, que es la responsable del control de la radiación solar, permitiendo captar la mayor iluminación natural en meses de invierno, y proteger del exceso de radiación solar en verano. Su diseño se basa en la geometría solar de la latitud de Sevilla -37ºN- considerando la altitud solar, al mediodía, de los solsticios de verano e invierno y de los equinoccios. La parte inferior, cumple una función de distribuir la luz homogéneamente al interior del atrio, mediante unas pirámides invertidas que dejan paso a la entrada de la luz difusa teniendo en cuenta dicha trayectoria solar.
Captamos el 100% del espectro de luz visible, pero rechazamos los infrarrojos que aportan calor. Un ingenioso estudio de la geometría solar, así como del comportamiento de los rayos de luz al dirigirlos sobre superficies reflectantes y absorbentes, solucionan el problema. Luz, pero no calor.