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LA COYUNTURA

Se trataba de diseñar un edificio capaz de responder al clima específico de Sevilla. Un edificio, además, destinado a ser la Nueva Sede de la Agencia Andaluza de la Energía, por lo que los requerimientos funcionales y energéticos nos introducían en el reto y la ambición de diseñar un verdadero paradigma en la edificación bioclimática.

Nos preguntamos: “¿Cómo pueden aunarse los lenguajes de la arquitectura y la energía, lenguajes cuyos lazos se habían ido soltando en los últimos decenios? ¿Es posible llegar a diseñar un edificio desde el lenguaje de la energía? ¿Cuál es este lenguaje? ¿Cómo podemos recuperar la unidad perdida entre materia, forma y energía?”

No queríamos dibujar primero para colorear después, sino dibujar desde el principio con trazos sostenibles, hablando el lenguaje de la energía.

La clave residió en entender el resultado formal del edificio como un proceso.

No se trataba de buscar sino de encontrar.



LA IDEA

Partimos de la metáfora de la máquina que el Movimiento Moderno había hecho suya: en efecto, el edificio debía responder con sinceridad a su función. Pero, además, debía ser capaz de evolucionar. La metáfora de la máquina se complementaba con la analogía del organismo.

Igual que un organismo el edificio debía nacer de una matriz, poseer una piel, disponer de unos órganos. La matriz –que llamamos “matriz bioclimática”- recoge las direcciones fundamentales del lugar: orientación óptima, malla estructural, condicionantes urbanísticos, dirección de los vientos dominantes. La matriz originaba un volumen máximo capaz, organizado en una malla “pixelizada” de 1x1 m2, unidad geométrica y económica de la arquitectura. Los órganos atravesaban el volumen: pozos de luz, conductos de ventilación, chimeneas solares, etc.

Finalmente, la piel lo cualifica. “¿Cómo se comporta una piel?”, nos preguntamos entonces. La piel protege. Propusimos una envolvente ventilada capaz de atenuar hasta un 50% la transmisión de la radiación solar en verano y de convertirse, durante el invierno, en un colchón térmico de aire. La piel transpira. La envolvente ventilada se combinó con un sistema de chimeneas solares integradas en la cavidad.

La piel acumula energía. Funciona entonces como una hoja. La tecnología nos permite, por primera vez en la historia, convertir a las fachadas en grandes elementos activos de captación. Se trata de atrapar la energía incidente y convertirla en una imagen: la imagen del mapa energético del lugar.

Esta imagen puede entenderse como la suma de diferentes píxeles. Dependiendo de su orientación, de su ubicación en la fachada, cada píxel responde de la manera más adecuada posible a su función.

Cada píxel ocupa un lugar en el mapa energético de la fachada.

No existe, por lo tanto, una labor de composición en el sentido tradicional, sino que la imagen pixelizada surge de las condiciones específicas del lugar.

La fachada no compone a priori: es el resultado de un análisis y una síntesis. De un proceso.



EL DISEÑO

¿Cómo puede construirse esta idea?

La piel se especializa: dependiendo de su ubicación en la fachada, cada parte reacciona de una manera diferente a las solicitaciones energéticas del exterior. La trama de la envolvente surge de la composición de elementos individuales, industrializables y altamente especializados que denominamos “píxeles bioclimáticos”.

Partiendo de un catálogo abierto constituido por píxeles funcionales estandarizados (fotovoltaicos, ACS, translúcidos, reflectantes, vegetales, porosos, etc..) es posible constituir una combinatoria capaz de resolver todas las demandas exigibles a una envolvente activa.

La solución constructiva resuelve con sencillez el problema. La envolvente puede entenderse como la superposición de varias hojas:
  1. Una hoja interior formada por elementos aislantes, con o sin inercia térmica
  2. Una subestructura reticular formada por perfiles de acero o aluminio según una cuadrícula de 1X1 m, anclados a la estructura portante
  3. Un elemento de anclaje
  4. Una plementería exterior fijada al anclaje, formado por las capas especializadas propias de cada píxel (panel fotovoltaico, de acero, de vidrio, etc..)



LA SISTEMATIZACIÓN

La siguiente pregunta que nos hicimos fue la siguiente: “¿Podría convertirse esta solución singular en un sistema aplicable universalmente?”

Para responderla, el equipo de arquitectura optó, como es lógico en estos casos, por la transversalidad, contando con el consejo interdisciplinar de Zona de Expertos. Los ambiciosos objetivos del “invento” sólo podían hacerse posibles gracias a la Incorporación de nuevos actores con capacidad industrial. Para nosotros “capacidad industrial” significa: aptitud para el detalle y la especialización, compromiso con la materialización.

Gracias a las experiencias previas de los aplacados “porosos” de los sistemas TDM fue posible sustituirlos convencionales bastidores y sus cuatro puntos de apoyo de los muros cortina por un sistema constructivo novedoso que ancla los píxeles a un único punto central, obteniendo así el máximo rendimiento con la mínima estructura. Estos puntos de anclaje pueden ser, de este modo, también los puntos de acceso a una sencilla estructura de canalizaciones que cumple con una doble función de anclaje y distribución de servicios.

Así mismo, el equipo trabajó codo con codo con ISOFOTON con el objetivo de desarrollar un píxel fotovoltaico no sólo compatible con la modulación de 1x1m sino capaz de mejorar su eficacia y alterar la manida y rechazable por los arquitectos “estética de la célula de silicio”. Una vez resuelto el detalle, la visión industrial de nuestros socios ha permitido desarrollar las potencialidades del uso de la fachada, pensada, de este modo, no sólo para los edificios de nueva planta sino como solución flexible y casi “portátil” capaz de incorporar el principio de sostenibilidad a cualquier paramento bien orientado, permitiendo así la regeneración de superficies muertas como medianerías urbanas, naves industriales, etc.

La historia del “invento” termina, así, donde es posible empezar a construir la realidad.